Obra de teatro basada en hechos reales.
LA CORRALA
o
EL MICROONNDAS SOLITARIO
PERSONAS
MADRE MARÍA
PAPÁ
EL RUSO
PEPA
LA HÚNGARA
EL HERMANO
ACTO ÚNICO
La corrala de PAPÁ. En medio se encuentra una mesa donde los seis personajes beben ginebra. Toda la escena tendrá un aire de festividad. Es de noche y el único punto de luz proviene de una farola iluminando tímidamente los rostros. Al levantarse el telón LA HÚNGARA se le caen los hielos al suelo.
MADRE MARÍA
(Dirigiéndose a PAPÁ casi musitando.)
¿No molestaremos a los vecinos?
PAPÁ
¡Qué va! Ni os preocupéis lo más mínimo. En dos semanas me cambio de casa.
El RUSO
Pasadme más ginebra que necesito terminar en olvido.
PEPA
(Extrañada.)
¿Qué te ha pasado?
El RUSO
Nada. El paso del tiempo me tiene estresado.
LA HÚNGARA
¿Y crees firmemente en el alcohol como solución para ello?
(Todos beben a sorbos evitando encontrar una respuesta.)
EL HERMANO
(Irrumpiendo con naturalidad.)
A ver lo importante ahora, aunque estemos con varias copas demás, es saber qué quiere LA HÚNGURA como regalo de cumpleaños.
LA HÚNGURA
(Haciéndose la humilde.)
¡Nada! No necesito ningún agasajo.
PEPA
Mujer, algo querrás. (Mirando a todos.) No todos los días se cumplen años.
El RUSO
(Con dificultad al hablar.)
¿Realmente a quién le interesa cumplir treinta años?
PAPÁ
A mí, muchísimo.
EL HERMANO
(Con sarcasmo.)
Tú llevas teniendo treinta años desde los diez.
PAPÁ
Pues también es verdad. Voy a buscar unas chaquetas para todos que ya se nota el relente de la noche.
LA HÚNGURA
¿Ves cómo eres un viejoven?
(PAPÁ sale de escena sonriente.)
EL HERMANO
Regalar algo es muy importante.
MADRE MARÍA
(Enfadada.)
Pues tú me debes la bolsa de conguitos aquella que me habías robado.
EL HERMANO
¿A qué viene eso ahora?
MADRE MARÍA
(Arrepentida.)
A nada, pero tú no hables de regalar.
EL RUSO
Todo esto es culpa de LA HÚNGARA que nunca sabe qué quiere.
LA HÚNGARA
(Indignada.)
O de vosotros que sois incapaces de regalar sin preguntar.
PEPA
(Se levanta para acercarse hasta el tocadiscos.)
Venga voy a poner un poco de música. (Comienza a sonar un disco de Miles Davis.) A ver si nos relajamos.
EL HERMANO
¡Qué coñazo de música!
EL RUSO
(Con ironía.)
Mejor es el rap que tú escuchas. (Ríen.)
(Entra en escena PAPÁ con cinco chaquetas. Él lleva la suya puesta. Las reparte con diligencia.)
PAPÁ
(A todos.)
Veo que habéis puesto a Miles Davis. ¿Está el regalo decidido?
EL RUSO
No, hemos hablado de conguitos.
EL HERMANO
¡Y dale!
EL RUSO
Perdona, me hizo gracia.
(Pausa.)
LA HÚNGARA
(Sorprendiéndose.)
¡Quiero una aspiradora sin cables!
(Pausa.)
PEPA
(Con sorna.)
¿Una aspiradora?
EL RUSO
Sin cables, ojo al dato.
PAPÁ
Yo tengo un modelo muy bueno. Aspira hasta rincones casi inaccesibles.
EL HERMANO
Subrayo lo de viejoven que dijo LA HÚNGARA.
MADRE MARÍA
(Con aire pensativo.)
Mientras no sea un microondas, yo lo veo perfecto.
PEPA
¿Qué te pasa con los microondas?
MADRE MARÍA
(A todos.)
Es que a mí el microondas como elemento en sí no me genera ningún conflicto dentro de una casa familiar, pero en una casa de alguien que vive solo es algo que me incomoda. Me parece la expresión de la soledad en sí misma. Me imagino al mítico hombre separado o a la profesora de literatura de cuarenta y cinco años que coge esa cena recalentada llevándosela al salón para ver la televisión sin compañía alguna. La soledad es perfecta, ahora ese electrodoméstico la convierte en un trauma. (Toma un trago de ginebra.) Y por eso yo no tengo microondas.
(Pausa.)
PEPA
La roomba es más digna.
EL HERMANO
Yo soy del robot ese que cocina solo.
EL RUSO
Sin duda la lavadora secadora es un puntazo.
PAPÁ
No me digáis que un buen lavavajillas te salva de cualquier faena.
(Pausa.)
LA HÚNGARA
(Perdida en la conversación.)
Yo con una aspiradora sin cables ya soy feliz…
(Miles Davis deja de tocar la trompeta. El silencio es interrumpido por el sonido del microondas de un vecino. Llega la luz del día. Todos se marchan.)
TELÓN
Photography: Via Tumblr (bbblaughrefs).
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