¡Cómo no! Me encuentro escribiendo esta entrada en un día de lluvia. Exactamente la aplicación meteorológica de mi móvil avisa de tormentas eléctricas y casualmente (he usado ya dos adverbios de modo) dicho fenómeno de la naturaleza es un personaje más en mi segunda novela. Una historia necesaria para el lector y la lectora que vive en el problema ecuménico de este año 2020. Pero la solución se encuentra en el hallazgo de una pieza amarilla de Lego. Así de sencillo es cómo hago un trasiego de conceptos antagónicos.
La víspera del fin del mundo nace gracias al visionado casual de la película La invasión de los ultracuerpos de Don Siegel. Tendría unos catorce años cuando la cultura de serie B me imbuyó cierto interés en la ciencia ficción. Años después, seguido por un ávido impulso por escribir, mi cuaderno de notas se llenó de historias distópicas con trasfondo dramático.
¿Qué pasaría si los seres humanos se convirtieran en animales? Una pregunta audaz que encontró la respuesta gracias a Lena y Leo. Personajes que bailan ante una imposible estructura narrativa semejante a cualquier ilustración de M. C. Escher. Os aseguro que nos es sencillo recurrir a conceptos tan opuestos como Analepsis y Prolepsis para la construcción de un camino lleno de escollos difíciles de apartar.
La promoción comienza en septiembre, aunque ya se puede comprar en algunas librerías de la península y a través a diversas plataformas. Dicho esto, sigo escribiendo sin contestar a la pregunta principal que lleva por título este post:
¿Por qué una segunda novela? La respuesta es una disyuntiva. Elegir una opción entre alguna que otra entelequia consigue llevarme hasta un situación extenuante. Hay días como hoy, sobre todo cuando llueve, en los que pienso sobre la escritura y llego a una misma conclusión: cuanto más tecleo; menos feliz soy.
Desde hace un año vivo dentro de un vacío y de un hueco correspondiente a una deidad que ya no es tangible. En dicho espacio me siento seguro, pero solamente estoy a salvo si no dejo de escribir. Escribir y escribir. Palabras y palabras. E historias que ya no son escuchadas por su destinatario. Esa misma deidad también me enseñó a ser yo, y a vivir cualquier día sin que parezca La víspera del fin del mundo. Escribo por y para ti.
Cubierta en B&N de la Víspera del fin del mundo.
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