Hace mucho tiempo, creo recordar, una empresa me despidió estando de baja por ansiedad. El historial clínico no se limitaba únicamente a relatar el diagnóstico como una novela, pero sí conseguía concretar más la enfermedad gracias a los pormenores que llevaban a pie de página mi nombre y mis apellidos escritos en Times New Roman. Al principio culpabiliza a todos aquellos que utilizaban la salud mental en redes sociales con la finalidad de visibilizar y normalizar algo tan real como mis sentimientos. Culpabilizaba a gran parte de ellos porque conseguían el efecto contrario convirtiendo la visibilidad en un ego torpemente escondido. Después seguí escribiendo autoficción sin analizar tanto en el tipo de comunicación ajena.
Esa empresa me despidió legalmente. Hay maneras de hacerlo, y aunque la gente más cercana me preguntaba constantemente si eso era legal, yo siempre respondía que no era moral. Todos comprendieron que la legalidad y la moralidad son dos realidades muy diferentes. Tras la aclaración seguí escribiendo, pero por la noches era inevitable preguntarme, ¿soy tan imprescindible? Pues sí, lo era, al igual que todos aquellos que no supieron diferenciar dos conceptos tan opuestos.
Terminé la novela entre café y ansiolíticos -parece que me gustan las contradicciones- y en el capítulo final sentí que no tenía que ser imprescindible para una empresa sino que tenía que serlo para mí mismo. Y de ahí saqué las fuerzas para autopublicar mi novela.
Con todo este texto no quiero victimizarme de nada, pese a que a veces las circunstancias te coloquen en el papel de víctima. Lo importante es que el otro día en el cine estaba viendo el trailer de una película de Isabelle Huppert en la que su personaje decía: «Escribir es lo único que queda cuando ya no tienes nada». Esa frase tocó la tecla correcta. La mía.
Quizá ser consciente de todo te hace menos feliz. ¿Se podrá conservar la moralidad siendo ilegal? No tengo respuesta. Y si la tuviese, me la callaría. Prefiero dormir tranquilo.
Y aunque escribir es lo único que queda cuando ya no tienes nada, también tengo la moralidad suficiente para expresar libremente sin necesidad de incumplir ninguna ley.
Sidonie en Japón: Directed by Élise Girard. 2023.
Comments